Foto: Augusto Hernández |
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Especial para La Página |
Tengo el privilegio
de no haber cursado estudios universitarios aburridos. Nada más el primer año
viví la protesta estudiantil contra una dictadura que parecía inconmovible, un
allanamiento de la universidad, tres sublevaciones militares, la rebelión popular
del 23 de enero de 1958 que acabó con la autocracia, cuatro gobiernos
consecutivos, un Presidente de la República excéntrico llamado Edgar Sanabria
que nos daba clases de Derecho Romano en
latín a las que llegaba en autobús, un
millar de tiroteos y manifestaciones en contra y a favor de todo, y conocí a
Jaime Ballestas y a Augusto Hernández.