
Antes de la crisis financiera, Europa era la región del
mundo donde los movimientos ambientalistas y ecologistas tenían más visibilidad
política y donde la narrativa de la necesidad de complementar el pacto social
con el pacto natural parecía gozar de una gran aceptación pública.
Sorprendentemente o no, con el estallido de la crisis estos movimientos y esta
narrativa desaparecieron de la escena política y las fuerzas políticas más
directamente opuestas a la austeridad financiera reclaman crecimiento económico
como única solución, y excepcionalmente hacen alguna declaración algo ceremonial
sobre la responsabilidad ambiental y la sostenibilidad. De hecho, las
inversiones públicas en energías renovables fueron las primeras sacrificadas
por las políticas de ajuste estructural. Antes de la crisis el modelo de
crecimiento en vigor era el