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Agustín
Pérez Celis |
Gustavo Márquez Marín | El
pasado 25 de noviembre, el camarada y amigo entrañable Agustín
Pérez Celis, se fue con su mirada azul y su eterna sonrisa, con la
mano firme en el timón “con rumbo hacia imposibles y ansiados continente” como
diría Andrés Eloy, uno de sus poetas predilectos, cuyos poemas de cuando
en vez recitaba. Compartimos desde nuestra adolescencia sueños inconclusos y
el vértigo de sentirnos impotentes frente a la deslealtad y la traición
impenitente que ha truncado mil veces los sueños de la revolución
auténtica, de la que nace y se hace para “ser libres de toda servidumbre,
libres aún de nosotros mismos” como diría Charles Péguy, de quien en los días
que corren recordamos su sentencia lapidaria: “La revolución será moral o no
será, la revolución será económica o no será nada”.
Agustín, fue un hombre bueno y afable, de corazón grande,
solidario, honesto, humilde, fundador en Valencia de los “Círculos de Estudio
Pro-Pueblo Jacques Maritain, militante de la causa revolucionaria de la
patria grande, bolivariano radical, antiimperialista,