El 200° aniversario de los célebres viajes de Alejandro de
Humboldt por las Américas (1799–1804) es un momento idóneo para reexaminar la
obra de este coloso de la ciencia del siglo 19. Humboldt, que vivió de 1769 a
1859, fue un naturalista, explorador y filósofo, pero sobre todo, un
constructor de naciones, uno de entre un puñado de intelectuales republicanos
apasionados que compartieron y avivaron la tradición de Benjamín Franklin en
las Américas a lo largo de dos generaciones de reacción oligárquica, manteniéndola
a salvo hasta la época de Lincoln.
Para conocer esa vida tan rica, es necesario leer el propio
compendio que Humboldt hace de su obra. Cosmos, un ensayo de la descripción
física del universo, fue la sensación en Europa a mediados del siglo 19. Superó
en ventas a todos los libros, excepto la Biblia, en sus ediciones en alemán, y
se tradujo de inmediato a otros 9 idiomas.
En el prefacio de Cosmos, Humboldt dice que el “impulso
principal” que “ha flotado en mi mente por casi medio siglo”, era el “verdadero
esfuerzo por comprender los fenómenos de los objetos físicos en su conexión
general y representar la naturaleza como un todo único, movido y animado por
fuerzas internas” [ver: 'Unidad
y Armonía': la perspectiva de Humboldt sobre la naturaleza].