Especial para La Página |
Si bien uno de los grandes legados de Chávez es haber
recuperado la industria de los
hidrocarburos para todos los venezolanos, lo que cambió radicalmente la
historia fue el direccionamiento que él le dio a los recursos provenientes del
petróleo hacia el combate a la pobreza y a la exclusión social a través de las
Misiones. Estas, administradas desde el aparato central del estado, han procurado el mejoramiento
masivo de las condiciones de vida de mayorías populares, invisivilizadas
en la cuarta, de lo cual dio cuenta los
reconocimientos de la CEPAL, la UNESCO y últimamente la FAO. Sin embargo, al dominar en algunas de ellas un enfoque
asistencialista, quizás como respuesta a la urgencia de las necesidades
sociales y a la presión de los tiempos políticos, contradictoriamente con ello
se tiende a fortalecer el modelo
paternalista-rentístico-clientelar, en oposición al proyecto de construcción de un Poder Popular autogestionario, como
sujeto de la revolución. Esta contradicción se da en el contexto de una relación
gobierno-comunidad teñida de clientelismo, burocratismo y sectarismo, que
tiende a fortalecer el “Estado Paternalista”.