“La carga de recapitalizar los bancos insolventes o las
adquisiciones deficitarias de bancos solventes va a caer sobre los ciudadanos
españoles”: Karl Whelan, economista del University
College, Dublín
Antes de que los ministros de finanzas de la UE aprueben
definitivamente el rescate de España por valor de 100.000 millones de euros,
deberían intentar hacerse a ellos mismos una única pregunta: ¿Servirá realmente
para algo?
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Es muy probable que consiga mantener los mercados en estado
de efervescencia hasta mediados de semana, en que empezarán a cundir los
temores sobre las elecciones griegas (17 de junio), pero eso es todo lo que
hay. No va a arreglar los problemas principales de la Eurozona, en realidad, ni
tan siquiera va a abordarlos. El reducido objetivo del rescate es apuntalar los
bancos insolventes para evitar otra catástrofe tipo Lehman Brothers. Tal cual.
Es decir, los 100.000 millones no aumentarán la competitividad, ni estimularán
el crecimiento, ni reducirán el desempleo ni reforzarán la integración política
y fiscal. No van a hacer nada de eso, de hecho, la ratio de la deuda de España
con relación al PIB se ampliará aún más debido a la nueva carga que sus
dirigentes han asumido. Eso significa que las clases trabajadoras de España
tendrán que soportar condiciones mucho más duras durante un período más largo
de tiempo para poder pagar las obligaciones asumidas por Madrid.