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Las dos hermanas ✆ Simona Mereu |
Patricia Terino / Son
muchos los que en estos tiempos convulsos y especialmente en los últimos días,
inmersos en una campaña electoral histórica en nuestro país, hacen gala del
feminismo que dicen profesar, o al menos de la defensa de la mujer, de su
condición, de los ámbitos en los que se desenvuelve, de sus derechos legítimos
que no solo se incumplen reiteradamente, sino que ni tan siquiera son
contemplados en muchas ocasiones, con el fin de captar el voto femenino y de
intentar sensibilizar a la población con discursos preparados y anclados en la
obviedad de los hechos, de las situaciones y de las injusticias perpetuadas y
sostenidas por el propio sistema que las creó.
Y aunque los programas electorales de los diferentes partidos incluyen sendos
apartados dedicados a la causa feminista, nunca el propio concepto de feminismo
y todo lo que él entraña ha sido tan denostado por la superficialidad de la que
este adolece en boca de nuestros políticos, quienes al no atender a las raíces
históricas, filosóficas y antropológicas del problema, desprenden a lo que se
constituyó hace décadas como la segunda ola del movimiento feminista, de su
propio origen, de su lucha, de su radicalidad, en el sentido etimológico y más
ancestral del término, de su razón de ser, manteniendo dicha cuestión en un
permanente desideratum de
igualdad efectiva de derechos, oportunidades, trato, relaciones y hasta de la
propia dignidad.