Jack London ✆ Andrew J. Mill |
Me acerqué a la literatura gracias a Jack
London. Las descripciones farragosas de Emilio Salgari me aburrían, a Julio
Verne no lo soportaba. La primera novela negra, según se diría ahora, cayó en
mis manos con un comienzo que me dejó tan anonadado que aún lo recuerdo. “Se
puso el sobretodo y se dirigió al macadam”. Eran traducciones argentinas o
chilenas. Pero si uno no alcanza a entender ni la primera frase, lo mejor que
puede hacer es esperar a hacerse mayor y ampliar el lenguaje. No tenía ni idea
de qué era “un sobretodo” y menos aún “el macadam”. Me limité entonces a las
novelas de vaqueros escritas en general por presos políticos del franquismo,
recién salidos de la trena que adoptaban un seudónimo gringo, tenían un gran
mapa del oeste de Estados Unidos clavado en la pared y a los que explotaba
Bruguera.